Muchas cosas pasan mientras otras permanecen. Las estaciones cambian. La vida se expande y se contrae. Se escuchan cantos pidiendo cambio donde los árboles fueron quemados; el fuego es prometeico, mas sin viento permanece infierno. El último año de la vida que conocemos.
Donde el agua es para unos no más que un intercambio de valores, hay máquinas con limites. Donde hay máquinas, el verde se pierde y lo rojo, lo azul y lo blanco desaparecen. Tomar los trozos de nuestras casas, ahora destruidas, y llevarlas hasta la máquina. Entregarlas a ella, pidiendo que se reconstruya.
Donde el agua es para unos no más que un intercambio de valores, hay máquinas con limites. Donde hay máquinas, el verde se pierde y lo rojo, lo azul y lo blanco desaparecen. Tomar los trozos de nuestras casas, ahora destruidas, y llevarlas hasta la máquina. Entregarlas a ella, pidiendo que se reconstruya.
La búsqueda es continua. Nada desaparece. Sin disfraces posibles para ello, somos el mismo que anoche grito en la calle y que ahora tiene los ojos sellados.
Lo que requiere es prescindir de lo evidente, aceptar lo que las pesadillas nos dicen y mantener la música en las calles. Como en Europa, como en África, como en Medio Oriente. Como aquí, hace muchos años.
Como ayer y como hoy. Levantarnos.
Como ayer y como hoy. Levantarnos.