7/2/12

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Infructuoso ha sido el deseo de la noche. Normas azules que tocan la superficie y olvidan borrar el cielo bajo la mirada tibia de los más. El caso es vencido por los gigantes alrededor: son cientos de ellos, sujetos a cada ángulo perceptible. No conviene reanudar un proyecto sin modificar los cimientos. Al momento de hacer esto, incluso por un afán desenfrenado, debe plantearse algo más solido que sólo los objetos de nuestro afecto, pues son ellos los que podrían hacer perder, otra vez, las leyes físicas. El comienzo inicia justo al final e, inversamente, se coloca la última piedra donde la primera. Prosiguiendo las lentas referencias clásicas, o ajustando esto a nuevas nomenclaturas, el resultado se espera como el modo de capturar el ritmo corporal y magnificarlo. Sacudirse visiblemente para hallar el suelo. Olvidar lenguas partidas.






1 comentario:

Paulina Mendoza. dijo...

Este texto me ha gustado bastante, bastante.