10/4/12

ddl mrz*

Confusión


En esta casa que habitamos, dentro de una ciudad que compartimos, en un lugar ya olvidado, nos perdemos de los sonidos perpetuos. Se transforman en rocas que sólo sirven para levantar más el muro. Cada movimiento —aquí dentro— nos transporta al mismo lugar de donde veníamos. Lentas luces de neón. Una tras otra. Sobre el muro y sobre sí mismas. No llegan a ti; no llegan a nadie. Pero afecta la repetición. No es aprendizaje. Ya no queda nada para aprender. En este punto no. Habría que salir de esta habitación, de esta casa, de esta ciudad, de este lugar.
Todo está olvidado. Vuelvo a empezar:


—No veas la luz— 








* Texto publicado en Dédalo, revista cultural. Marzo 2011. Guanajuato, Guanajuato.