12/10/17

en français

Me gustaría que dijeras cuando soy inoperante, cuando no funciona lo que hablo, lo que pretendo; cuando incomodo y hago daño, o cuando no doy alegría ni cumplo con mi parte del contrato. La confianza que nos tenemos debería ser para eso: expresar todo lo que entra y sale, sin miramientos. Pero en algún puntos nos perdimos: comenzamos a callar, y cuando intentamos volver atrás ya no es el mismo lugar. Lo olvidado cubre todo, sin que podamos reconocer lo que fue. Nos lastimamos con conocimiento, pues sabemos que bajo el polvo hay un elefante blanco, y lo que decimos, hacemos y pensamos es en función del malestar que sentimos, del dolor, de la culpa. Golpeamos lo fracturado. Entonces dices sin palabras cuán inoperante y poco funcional soy; cuánto daño causo al ser tristeza. Rompemos el contrato. Gritamos en silencio y fingimos que todo va a salir mejor la próxima vez. Cansado de ello he comenzado a cambiar los sentidos: veo lo que susurras, escucho lo que preparas, degusto lo que señalas, y repito —y repito— un mismo sentir, con emoción, disfrazado de otra cosa, la misma cosa. Si escapa al camuflaje podría asustarnos. El silencio también se ha enmascarado, siendo ahora el mejor compañero; silencio que habla suave, expresando con claridad y buen acento lo que hay que decir. En francés.



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