13/8/10

Araña escarlata (al verme te iras)

Los dientes que he soñado —ahora perdidos—,
se arrojaban al mar; buscan la boca de un dios,
uno que no ha existido porque a nadie a mordido.
Ahora —                    (Espacio)                  — no. 
Si eso fuera un espasmo te abrirían el hombro
y dentro colocarían las tres mil horas que perdiste,
olvidaste y dejaste el día veintidós. Tiempo amarillo.
Ese viernes que transmutó lento; tardó una vida animal.
Y el sábado llego —aquí—, pero no hubo gloria o tragedia,
sólo conversamos; poco, siempre es poco. Más,
y todo es perfecto. Te meces sobre cinco columnas,
y, por fin, llega la araña escarlata: "al construir el orto,
nace el ocaso [de la tragedia]; las cosas de antes se irán",
te muestra dentro de su red. Los cada/ver(so)e/s se repiten
y apilan. Uno y otro, y otro nuevo —el viejo perdido—, crean mentiras.
Tiempo... de la mitad ya he comentado. Predecir el resto no puedo.


Daniel Araujo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la nueva apariencia.
Me gusta la imagen de los dientes buscando una boca,
muy gráfico.
Y me gusta lo que dice después
"uno que no ha existido porque a nadie a mordido",
se me hace muy tierna esa frase,
como de niño.

Jude Guzmán dijo...

huyo, rehuyo, intuyo... que el lamento de la pérdida es grande, que en ocasiones quisiera recordar con exactitud que pasa por mi cabeza, que sucede en mi contexto y en mi día.
Aveces no lamento el no-recuerdo.