Comenzó en una estancia olvidada
cuando ella preguntó
-¿Cuántas gotas de agua corren por tus ojos?
-Ni una sola; me habita el fuego.
-Pobre alma probada; desconoces los ritos y proporción.
Piensas coser, con cabellos desechos, las nubes
y con tijeras de madera cortar montañas.
No eres ya un hombre.
-¿Te quedarás?
-Volveré.
Cuando ella se fue, la estancia volvió al olvido.
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