25/6/18

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¿Qué podemos preconfigurar sobre lo que está por ocurrir? Entre tanto griterío es difícil distinguir una cosa de otra. Demos por sentado que tienen más en común que diferencias. Así, el cambio no será visto en poco tiempo. Pero de una u otra forma las cosas cambian, en cada momento, y de formas no esperadas, aunque sí presentidas. Conocemos todo, lo magnífico es que aún nos cause sorpresa el resultado. O eso me parece en estos días de lluvia y enfermedad, de socializar (cuando por regla general no lo hago), de recordar (hábito común). Vino a mi mente un texto que escribí sobre Dostoyevsky, a quien jamás he leído. Tal texto lo perdí; no sé cuándo, cómo ni por qué, pero cuando desperté ya no estaba ahí. En el texto —hecho por encargo—, relataba mi encuentro con Fiódor en Baden-Baden, donde él perdía su fortuna. No recuerdo más. Recuerdo perder. Y como él, y como el texto, perder otras muchas cosas. La más importante. A diferencia de Dostoyevsky, yo no soy jugador, no apuesto. Arriesgo, sí, pero no de esa manera. Cobardía, quizá. No sé, o sé pero no quiero saber. ¿Cómo decirlo cuando todo está perdido? Soy terrible con el papeleo. Ningún orden, ninguna intención de acatar procesos burocráticos. Pero, entre tanto griterío, ¿qué podemos preconfigurar sobre lo que está por ocurrir? Ni una cosa ni otra. Con suerte nos sorprenderemos. Después, pasado ese momento, ¿qué nos quedará? Cuantas preguntas. Ninguna respuesta. Todo para que una persona me lea. No importa que no dé aviso; sé que de una u otra manera lo hace. Espero, muy dentro, que sólo ría, sonría, y se olvide de esto. 



1 comentario:

Paloma sr. dijo...

Ríe y sonríe. A veces.