28/5/18

fratrem (6)

Desatendido, avanzando de rodillas, hablando en la voz más baja habiendo perdido turno, sangre, control, oxígeno, cabeza. Abandonado, al cuidado de una caja idiota, pidiendo la respuesta de exigencias brutales a quien estuviera cerca para ayudar. Mimesis del padre de cuanta rabia y dolor existe en ese mundo. Forjado a base de represalias, invalidaciones, comparaciones. ¿Dónde acaba él y comienzo yo? ¿Somos diferentes en realidad? Ambos crecimos bajo el mismo techo, la casa del miedo. Qué pesadillas ha creado, qué horrores hemos despertado. Ninguno encaja, ninguno encuentra su reflejo en lo que nos rodea. Y quienes se nos acercan pronto se retiran, por su seguridad. Hermanos locos, peligrosos. Tendríamos que acabar uno con el otro, como tantas veces lo intentamos: dormíamos con un ojo abierto, atentos a no recibir el cuchillo en el pecho. Ahora somos más blandos, más tibios, lloramos menos pero más fuerte que entonces. Ah, nuestra gran tragedia: no ser capaces de nada, de superar nuestro pasado, olvidar nuestro sueño, perdonar lo que nos hemos hecho. Oh, hermano, ¿dónde terminamos?


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